Los robots invaden la tierra, de Germán Cáceres



Con Los robots invaden la Tierra Germán Cáceres nos ofrece una historia atrapante poblada de sorpresas, como es habitual en su ingeniosa narrativa.

Se trata de una novela que mantiene al lector sumergido en una lectura placentera que lo invita a recorrer varios géneros: suspenso, investigación policial, romance y aventuras, como bien dice en la contratapa del libro, editado por Editorial Mariscal, bajo el sello Maya, en abril de 2022.

El protagonista, Franco, un chico de doce años, amante de las películas de superhéroes, se ve en la necesidad de investigar la desaparición de la señora Graciela, la persona a quien le hace algunas diligencias, portera de un importante laboratorio de Parque Patricios.

Descubrirá pasadizos secretos y una realidad paralela, lugar elegido como refugio de quien se ha servido de las investigaciones científicas para su propio provecho, el doctor Guillermo Satur.

Frente a los reiterados misterios y desapariciones se jerarquiza en el libro la potente y efectiva función de una red solidaria de vecinos y de la familia como generadoras de acción y protección de sus miembros. En la búsqueda se involucra la familia de Franco, la del investigador, los vecinos de Patricia y Nicolás que organizan “una de esas batidas como las de las series y películas en las que en un pueblo no aparece una persona” (Pág. 32)

El libro mantiene una intertextualidad con Las crónicas de Narnia, de C.S. Lewis, que es lo que inspira al detective para descubrir el pasaje al mundo vecino, de modo que el autor parece decirnos que es la propia ficción la que ilumina lo real.

El autor maneja con soltura un lenguaje y un registro claro y apropiado para niños y adolescentes, con términos técnicos para describir avances científicos, robots invisibles, experimentos, investigaciones y descubrimientos de líneas futuristas, pero también se permite el uso del humor y el chiste, como por ejemplo: “Qué valiente fuiste al entrar por tu cuenta al mundo paralelo- afirmó Franco… 

-Vos también estuviste audaz cuando le quitaste el arma a Satur- le replicó Estefanía. 

“¡Está bien! ¡Somos dos héroes!- reconoció Franco.

“Y rieron como locos. Las demás parejas del café los miraban sonriendo.”(Pág. 94)

Hay que reconocer que “un hueco en la hiedra y un agujero en la pared” no son suficientes para hacer posible el tránsito a mundos vecinos, sino que hace falta la construcción de un verosímil, que en este libro está logrado por la impecable descripción del lugar y la ambientación: el bosque de arrayanes y alerces, el túnel similar al de los subtes pero sin rieles, las luces cegadoras, el sendero de tierra, ese “paisaje de ensueño propio de una pintura antigua o de una película romántica”.

Por otro lado, es importante destacar el uso de un lenguaje propio de la novela policial, en clave, podríamos decir, paródica, como en los siguientes casos: “¡Quieto o es hombre muerto! – le gritó al científico con mucho temor, porque nunca había sostenido un arma en la mano y dudaba de que llegara a apretar el gatillo.” (pág. 85)

“¡Te arrepentirás de esta traición! ¡No saldrás con vida!” (Pág. 85).

“¡No tenés escapatoria! ¡Preparate para morir ya!" (Pág. 85).

Como en una caja de resonancia expresiones como las anteriores nos remiten al cine, a la historieta o a la propia Literatura policial, lo que reafirma el amplio recorrido que realiza el libro por una amplia variedad de géneros, de la ciencia ficción a lo policial, de la aventura a lo romántico o a lo fantástico.

Los robots invaden la Tierra también “invade” la imaginación del lector con ingenio y fantasía y nos asegura el disfrute de las aventuras junto a los personajes ideados por la chispa creativa de Germán Cáceres.

María Julia Druille

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