Los pros y los contras de volver el tiempo atrás

Te encontraré ayer
Dramaturgia y dirección: Francisco Lumerman.
Intérpretes: Manuela Amosa, Dana Basso, Nicolás Ortiz de Elguea, Lisandro Penelas, Marcelo Pozzi y Ana Scannapieco.
Diseño de escenografía: Carlos Coccia.
Diseño de arte y de vestuario: Enaguas.
Diseño de iluminación: Paula Grandio.
Asistente de escena Daniel Crespo Narbona.
Asistente de dirección: Lucila Garay.
En Anfitrión, Venezuela 3340. Viernes, a las 23.
Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena.

Lisandro Penelas compone un obsesivo Jeremías,
alrededor de quien gira toda la narración

Saber que Te encontraré ayer fue escrita por Francisco Lumerman, el mismo que escribió y dirigió De cómo duermen los hermanos Moretti , es ciertamente alentador. Más aún si se suma el dato que la pieza que está en escena en el Anfitrión recibió el primer premio en el concurso de dramaturgia Germán Rozenmacher, en el último Festival Internacional de Buenos Aires. Es así que el espectador ya se predispone bien para recibir esta historia que de entrada no más se presenta disparatada y así, desde el mismísimo comienzo, Lumerman se empieza a despegar de sí mismo. Es que a diferencia de lo que hizo en su texto anterior, en el que la risa es producto de los oscuros y enrarecidos vínculos entre seis hermanos, aquí Lumerman le da mucho mayor peso a un humor liso y llano -muy bien planteado y llevado a cabo- que sí se cuela también entre situaciones por demás patéticas, pero de ninguna manera oscuras.

El trasfondo de la historia que tiene a Jeremías -un obsesivo estudiante de física- como protagonista, habla de relaciones familiares en las que el diálogo se parece más a sucesivos monólogos en paralelo.

Alrededor de Jeremías transcurren las vidas de Humberto, un amigo enamorado de Deborah, su hermana, que está enamorada de todos menos de Humberto. También están madre y padre que se miran sin verse, hablan sin escucharse. El mundo desbordado de Jeremías -siempre en medio de un incomprensible experimento científico- transcurre en un caos que toma sentido cuando su padre muere. Su obsesión y su dolor hacen que dirija todas sus fuerzas a crear el mecanismo necesario para volver el tiempo atrás... hasta que lo logra.

Lumerman se hizo de un buen elenco para llevar a cabo su narración, que está bien escrita y muy bien jugada en escena. Cada uno de los actores le saca provecho a su personaje, y si bien no tienen -salvo el protagónico- un perfil profundamente definido, son lo suficientemente atractivos como para que el espectador disfrute de ellos. En un conjunto por demás parejo y rendidor, se destaca el Jeremías de Lisandro Penelas y sorprende el crecimiento actoral de Ana Scannapieco, que interpreta a su novia y que es quien se lleva las más frescas y sinceras carcajadas.

La puesta es coherente al planteo desprolijo de la mente del protagonista, sólo molesta un poco la pantalla a la que se tuvo que echar mano para resolver unos off iniciales y finales en la narración.

Verónica Pagés
Diario La Nación, viernes 16 de mayo de 2008

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