Fragmentación, alienación e ilusión de movimiento


Foto: Rodrigo Abd

El panorama desolador de la sociedad en que nos toca vivir no es consecuencia de una maldición bíblica sino de décadas de dominación, explotación, expoliación y despojo.

En efecto, la violencia explícita de los macropoderes expresados por la alianza de Estado, Capital y corporaciones.

La industria cultural con sus múltiples mecanismos y dispositivos insufla de contínuo patrones de conducta hiperindividualistas e hipercompetitivos.

Desde los programas de competición y entretenimientos que venden una falsa ilusión de participación hasta la interpelación de redes sociales haciéndoles creer a quienes pulsan el click en un mouse que están emitiendo opiniones propias y no inducidas.

La patética figura de las y los influencers, es un exponente de cómo se produce el vaciamento cultural y cuando la visión y operación en las pantallas se rutiniza deja de lado la lectura crítica y comprensiva de la historia y de la realidad social.

Una sociedad fragmentada por el imperio dictatorial de las mercancías banaliza los sufrimientos y dolores de millones de personas y engendra las excrecencias políticas mesiánicas.

Nadie puede negar que gran parte de las poblaciones de Latinoamérica, Asia, Africa y parte e Europa padecen a diario por las guerras explícitas e implícitas que la multiplicación de la pobreza.

Capítulo aparte el drama de los migrantes que mueren el Mar Mediterráneo huyendo del horror.

La carnicería en Oriente Medio con misiles, bombardeos, invasiones y desplazamiento forzado de personas ya se cobró más de 12000 vidas.

La guerra en Ucrania no cesó.

Entre tanto los jerarcas de las superpotencias mundiales continúan con la devastación que solo beneficia a los complejos industriales militares base de sus economías.

Sólo la rebelión de los pueblos por cansancio o por asco como decía Albert Camus podrá detener la catástrofe.

Carlos A. Solero
Noviembre de 2023

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