Muy lejos de Kensington
Genialidad de Muriel Spark, en donde nuevamente con sutileza nos va introduciendo en un clima de intrigas minimalistas, casi de forma desapercibida.
La insomne señora Hawkins, alter ego de Muriel Spark en esta novela, es una chica rellenita que trabaja como editora y vive en una pensión de Kensington. Intenta conciliar el sueño en su cuarto del altillo cuando oye el grito desesperado de la costurera polaca del primer piso, víctima de chantaje. Wanda Podolak recibe cartas anónimas que la acusan de no pagar los impuestos por sus ingresos miserables y teme que la deporten. Los kilos de más invitan a las confesiones, y convierten a la señora Hawkins en la detective perfecta para resolver el misterio. El alcance y el vuelo de sus intuiciones se adaptan, con rigor característico, a la agudeza y el poder de observación de Muriel Spark, quien puede hacer con ellos una guía indispensable para novelistas de todas las edades. Además, mientras investiga, la señora Hawkins da consejos simples e infalibles que se ofrecen “gratis con el costo del libro”, como ella misma aclara.
Con gracia paradójica, la novela de Muriel Spark afina y condensa la diferencia entre géneros tan disímiles como el thriller y los manuales de autoayuda y se anticipa además a las previsiones en temas relacionados con el placer de la lectura. Satisface todas las expectativas porque contiene las claves para vencer el insomnio, para adelgazar, para tener fuerza de voluntad, para concentrarse y escribir una novela y para tratar con maridos. El éxito queda garantizado.
Muriel Spark nació en Edimburgo el 1º de febrero de 1918. Recién casada, partió hacia Rodesia (actual Zimbabwe), donde tuvo un hijo. De vuelta en Gran Bretaña, durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para el Foreign Office en el Departamento de Inteligencia. Comenzó su carrera literaria como poeta y biógrafa de Mary Shelley, en una época en la que pasaba por grandes penurias económicas. Graham Greene la ayudó por un tiempo con una pensión alimentaria para salvarla de la miseria, con la condición de que nunca le diera las gracias ni rezara por él. Su suerte empezó a cambiar en 1950, cuando ganó un prestigioso concurso de relatos en The Observer. De madre anglicana y padre judío, se convirtió al catolicismo en 1954. Con la novela La plenitud de la señorita Brodie (1961), llevada al cine y al teatro, alcanzó el éxito; siguieron más de veinte obras. Entre las más destacadas, se cuentan Memento mori, La balada de Peckham Rye, La abadesa de Crewe, Los encubridores y La intromisión. En 1993 recibió el título de Dama al Servicio del Imperio Británico. Después de trabajar un tiempo para la revista The New Yorker, decidió retirarse a un pequeño pueblo de la Toscana, donde vivió y escribió hasta su muerte, el 13 de abril de 2006, a los ochenta y ocho años. Su última novela, The Finishing School, había aparecido en 2004.
(La Bestia Equilátera)
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