La otra cuestión fue la recuperación por parte de la agrupación de Abuelas de Plaza de Mayo del nieto 138 que habÃa sido vÃctima de la desaparición forzada junto a su madre embarazada de él y a su padre, ambos luchadores sociales revolucionarios.
Luego de la cena y el brindis amoroso junto a mi compañera de vida, de la música compartida con nostalgia y evocaciones algunas lecturas fugaces.
Primero, un cuento de Haroldo Conti del libro Con otra gente titulado "Como un león", el antihéroe un niño que vive en una villa miseria de Buenos Aires, luego las primeras páginas de la novela de Han Kan Imposible despedirse de claro talante existencial.
En el sueño, me asaltaba un dilema sobre el destino del nieto recuperado 138 y su reencuentro con su familia de origen después tantos años, aparecÃa Madre de Plaza de Mayo Laura Jordán dando su contundente opinión, taxativa por cierto pero el sueño quedaba inconcluso.
El amanecer de 2025 me situó en la vigilia, en el comienzo de un año que avizoro turbulento y en el que espero que las calles sean escenario de la digna rebeldÃa y la revuelta contra las injusticias.
Volveremos sin duda a manifestarnos las y los jubilados, las y los estudiantes, las y los trabajadores precarizados y todas las personas hartas de la explotación y la dominación, este es el desafÃo.
Sabemos bien que la pasividad y la servidumbre conducen a una esclavitud encubierta por los velos de una legalidad a la medida de los poderosos detentadores del capital, que el extractivismo minero, petrolero y gasÃfero solo benefician a minorÃas y empobrecen aun más.
La lucha colectiva y solidaria emancipa.
Carlos A. Solero
La segunda vez fue hace menos de un año, cuando nos dio una de las entrevistas más bonitas de su carrera. Se publicó en febrero de 2024, y en ella charló con Tom C. Avendaño sobre su infancia, su compromiso polÃtico, los papeles que habÃa interpretado y su amor por la profesión. Los retratos que la acompañaron, de Alberto GarcÃa-Alix, fueron otro de esos hitos que dan sentido a una cabecera como la nuestra. Dos mitos dialogando y creando algo juntos. Una vez más, Marisa Paredes demostraba estar a la altura de la leyenda de Marisa Paredes. Y eso no es poca cosa.
Lo suyo nunca fueron los papeles ligeros; en Tras el cristal (1986), de Agustà Villaronga, perfiló un papel dificilÃsimo, una presencia aparentemente secundaria pero imprescindible en el baile de muerte y crueldad de los protagonistas: además del drama y la comedia, a Paredes se le daba muy bien el terror, tal vez por esa distinción elegante que, como contaba en su entrevista a ICON, la hacÃa perfecta para el teatro eslavo o nórdico.
TenÃa ese algo llamado presencia escénica dentro y fuera de los escenarios.
Para mÃ, Marisa Paredes fue uno de los rostros que me enseñaron a ver cine. Yo debÃa tener 12 años cuando mi madre grabó en vÃdeo una reposición de Tacones Lejanos y la vimos juntos. Mi madre me indicó que debÃa fijarme en la importancia de los planos y los colores, la teatralidad de ciertos gestos, la cadencia de las frases. Me quedé hipnotizado. Además, muchas cosas de aquella pelÃcula me resultaban familiares: por aquel entonces mis abuelos vivÃan al lado de la plaza del Alamillo, y yo habÃa pasado mil veces por el tragaluz de la porterÃa donde vuelve a vivir Becky-Marisa al regresar de América. También la dicción madrileña, seca, elegante, de las dos protagonistas, Paredes y Victoria Abril, me resultaba cercana. Recuerdo muchas más interpretaciones suyas, pero aquella, para mÃ, es como volver a casa. Por eso, cuando pienso en Marisa Paredes, pienso en Becky del Páramo pidiéndole al taxista que pare un momento en la plaza del Alamillo para ver su antigua casa y descubrir que los muros están empapelados con carteles de su imitadora (la drag interpretada por Miguel Bosé). Cuando los ve, Becky-Marisa se siente halagada, pero también algo tensa, en uno de esos matices contradictorios que la actriz bordaba como nadie y que resumen, por encima de todo, los motivos que convierten a una actriz en estrella. O en icono.
Carlos Primo
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Mi primer contacto con la labor intelectual de Beatriz Sarlo fue a través de un ejemplar de la revista "Punto de vista" que ella editó y dirigió desde 1978.
La publicación me llegó de manos de un amigo, un intelectual revolucionario de fuste en que 1981 también me obsequió Icaria, una publicación socialista dirigida por Emilio Corbiére.
El amigo me incitaba en esos años de censura a leer crÃticamente y a confrontar los estilos de las publicaciones.
Punto de vista a mà que estaba cursando las carreras de Ciencia PolÃtica y de Historia en simultáneo en un ambiente oscurantista me abrió un panorama inmenso.
El acercamiento a filósofos como Walter BenjamÃn, la posibilidad de leer la historia social argentina a través de la literatura era un desafÃo apasionante.
Años después fuimos conociendo los ensayos de Adolfo Prieto, Noé Jitrik y David Viñas.
Claramente comenzamos a realizar la tarea de poner diálogo y contrapunto nuestras lecturas de esas lecturas.
En 1994, en pleno menemato, Beatriz Sarlo presentó en Rosario su libro Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina, la actividad fue en la librerÃa Tiempos Modernos ubicada en calle San Luis, comenzó diciendo que la literatura argentina empezaba con Rosas, más bien con EcheverrÃa, Sarmiento y todos los escritores forzados al exilio por ser opositores.
En 1997 en una entrevista a un matutino declaró cómo los medios masivos de comunicación audiovisual competÃan y desplazaban a la enseñanza escolar.
Dijo B. Sarlo: "Susana Giménez es más divertida que la maestra", una de las tantas contradicciones de la posmodernidad en la Argentina.
Siempre polémica y cuestionable nos viene a la memoria algo que contaba Osvaldo Bayer y el rechazo de Sarlo a aceptar a Osvaldo Soriano en la UBA por tener tÃtulo académico, un absurdo completo por parte de quien le dedicó ensayos a la obra de Horacio Quiroga y Roberto Arlt contenidos en el libro La imaginación técnica. Sueños modernos de la cultura argentina.
Inolvidables los contrapuntos y polémicas de Beatriz Sarlo con David Viñas.
En resumen, al apagarse a los 82 años la vida de Beatriz Sarlo desaparece de la escena pública una figura que deja marcas, huellas y sentimientos encontrados.
Carlos A. Solero
Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenÃa cinco años.
Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa.
Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un dÃa de aquel pozo al que nadie jamás habÃa vuelto a asomarse.
En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior.
“Este es un mundo como otro cualquiera”, decÃa el mensaje.
Luis Mateo DÃez