La libertad inexistente


Es indudable que en Estados Unidos de Norteamérica la libertad existe.

Es una estatua que el gobierno del Estado francés le obsequió al gobierno de EEUU y se erige frente a Manhattan con su antorcha iluminando a muy pocos sujetos los que reinan en las corporaciones financieras, en los complejos industriales-militares, en los cuarteles que expanden la violencia sobre la población más vulnerable en todo el mundo.

Durante las jornadas recientes fueron reprimidas y reprimidos en los campus de diversas universidades del país del Norte estudiantes que manifestaban su repudio por el apoyo del gobierno de Joe Biden a la carnicería que el Estado de Israel perpetra contra la población Palestina en la Franja de Gaza luego del ataque de un grupo fundamentalista contra pobladores de Israel.

Como señaló certeramente George Orwell la primera víctima en las confrontaciones armadas es la verdad, es irrefutable que el despliegue militar del Estado israelí significa un genocidio y se realiza contra la voluntad de miles de mujeres y hombres que lo repudian en las calles de Israel.

Más de 100.000 personas le dijeron en alta voz basta al gobierno de Benjamín Netanyahu.

La resistencia de las universitarias y universitarios norteamericanos, docentes y estudiantes dejó en evidencia una vez más la ferocidad de los esbirros artillados.

Los acontecimientos que describimos nos recuerdan lo relatado por el escritor Paul Auster quien cursó estudios en la Universidad de Columbia durante la rebelión juvenil de los años 60 contra la guerra en Vietnam.

EEUU no solo perdió las batallas contra el Vietcong sino en su propio territorio con la desobediencia civil proclamada por Henry David Thoreau, Angela Davis, Martin Luther King y muchas otras mujeres y hombres desafiando la barbarie capitalista.

En el corazón de la bestia imperial no todas ni todos están alienados avalando las campañas de exterminio.

Carlos A. Solero

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