La casa de las almas


por Arthur Machen
(Perla Ediciones, Ciudad de México, 2020, 304 páginas)

El libro comienza con un prólogo maravilloso del cineasta Benicio del Toro que titula «El éxtasis de San Arthur»: “Es un especie rara de fabulista el que transcribe y registra –más que inventar- una realidad invisible para la mayoría de nosotros”.

El texto consta de cuatro novelas cortas: Un fragmento de vida, La gente blanca, El gran dios Pan y La luz más recóndita.

En Un fragmento de vida la naturaleza y su exquisito esplendor están incorporados constantemente a la prosa: “…una reliquia de los prados espaciosos que alguna vez se extendieron, tersos, verdes y dulces…”. Como buen representante de la época victoriana, Machen era muy puritano respecto a la sensualidad, a la que apenas nombra (“...conteniéndose, para no pensar que ella era un criatura mágica, conocedora de los secretos de un deleite inconmensurable.”)

Una frase resume la esencia de su pensamiento: “Así, día tras día, vivía en el mundo gris y fantasmal, parecido a la muerte, que de alguna manera, con la mayoría de nosotros, ha logrado su cometido de hacerse llamar “vida”¨.

La gente blanca repite y complementa el pensamiento de Machen; es como si el infierno se hubiera apoderado del hombre. “Hechicería y Santidad –declaró Ambrose –: he ahí las únicas realidades. Cada una constituye un éxtasis que se distancia de la vida común y corriente.” Ambrose es un personaje lunático que teje audaces paradojas sobre los ángeles y el demonio: “El santo se propone recuperar un don que ha perdido, el pecador trata de conseguir algo que nunca fue suyo”/ “….el mal verdadero (…) o la pasión solitaria del alma, cuando por casualidad la entendemos, nos llenamos de horror y repulsión”.

Todas las novelas aquí reunidas se sumergen de una u otra manera en la brujería y la magia negra.

El gran dios Pan se puede considerar la mejor novela del ciclo, como si Machen hubiera pretendido superar su refinado estilo y su visión de este universo poblado por el horror. Además, la imagen que lo describe es desoladora. Así, un personaje se queja: “Debe haber alguna explicación, alguna salida del terror. Vamos, hombre, si semejante caso fuera posible, nuestra tierra sería una pesadilla”. Sus concepciones hacen evocar el filme de Ingmar Bergman El demonio nos gobierna (1949).

La luz más recóndita vuelve a demostrar que el autor es un mago de la palabra: “comprendí haber percibido otro mundo, una visión que abría las puertas del infierno frente a mi alma…”

Es razonable que un narrador como H.P. Lovecraft (El color que cayó del cielo, El llamado de Cthulhu) no solo lo haya alabado sino que se inspiró en su cosmovisión para sus propias ficciones. Así, Machen hace decir a un personaje: “…cuando la gente dice que en el mundo hay cosas raras, poco sabe de los tremendos terrores que le aguardan, tanto a su alrededor como en su interior.” Jorge Luis Borges, Stephen King y Javier Marías se cuentan entre los admiradores del novelista galés.

Al final del libro hay un epílogo excepcional del crítico norteamericano S.T. Joshi que analiza profundamente la obra de Machen; “… era un anglocatólico rígidamente ortodoxo, cristalizó su horror a la sexualidad aberrante al darle un dimensión sobrenatural”. Y el ensayista ubica su obra como weird fiction, “ficción de lo extraño”.

La traducción de Juan Elías Tovar y Ricardo Vinós es superlativa.

Arthur Machen nació en 1863 en Caerteon, Monmouthshire, Gales. Fue catalogador y traductor. Murió en 1947 en el asilo St. Joseph's Nursing Home en Beaconsfield, Inglaterra.

Germán Cáceres

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