Fantasías animadas y cruda realidad
Cuando éramos niños, hace más de seis décadas una música muy pegadiza nos convocaban a ver a nuestros ídolos, simpáticos animalitos que alimentaban la ilusión desde la pantalla dibujos animados que luego veíamos en revistas llegadas desde México.
No vivíamos en un país paradisíaco pero si en un continente que cultivaba la utopía revolucionaria con sentido de justicia social, con perspectiva socialista variopinta.
Nosotros crecimos en un barrio de la zona Sur de Rosario con pocas calles asfaltadas, varias calles de tierra con zanjas en las que cazábamos ranas con una palito, un hilo amarrado y un trozo de carne, el misterio es cómo las ranas que son insectívoras se prendían a la carnada, me parece que para darnos el gusto.
Nosotros las volvíamos a la zanja y nos íbamos saboreando tallos de hinojo.
Fines de la década del 60 y comienzo de los años 70, tumultuosos, de unidad obrero/ estudiantil, resistencia a los milicos, de solidaridad entre vecinos.
Sin edulcorar las cosas, la escuela pública y las calles como ámbitos de encuentros y también de desencuentros por la confrontación de convicciones ideológicas y no de negocios.
En el presente, sórdido presente de rigoreo a los jubilados, de empobrecimiento por desposesión, de multiplicación de miserias hay quien pretende como lo hace un consultor político hablar del "humor social" "pintándolo color de esperanza".
¿Sarcasmo?
Los cagatintas son capaces de dibujar fantasías en medio del horror, lo hicieron muchas veces a lo largo de la trágica historia.
Nosotros más avizoramos que el retrato de esta época sería alguna de las pinturas negras o de los caprichos de Francisco de Goya y Lucientes o bien el aquelarre.
Igualmente apostamos a que la pasmosa paciencia popular se agote pronto muy pronto.
Carlos A. Solero
Domingo 15 de diciembre de 2024
0 comments