La ciudad de noche es otra


Dice el escritor Ernesto Ciune que la ciudad de noche es otra.

En efecto, lo que cuando el sol lo ilumina todo los pájaros arrullan con su canto, los árboles muestran su esplendor en flor, lapachos con su rosa fucsia refulgente, los palos borrachos hacen asomar su repertorio de blanco, amarillo o lila.

En la noche todos es distinto lo otrora luminoso es opaco, la sombras generan misterios.

Como escribió Enrique Pichón Riviere la noche da origen a micro comunidades. Amantes apasionados desafiándolo todo, conspiradores, insomnes se recluyen en la lectura o bien buscan refugio en bares que no duermen.

La noche todo lo transforma en algo fantasmagórico, nada es como parece.

Ventanas iluminadas y detrás de ellas alguien sueña despierto en la selva de asfalto, alguien esboza un dibujo, alguien esta sola o solo y espera, alguien compone una canción o un poema, alguien lanza palabras al viento.

Lo sórdido puede tornarse glamoroso sobre el escenario de un teatro, las charlas entre seres solitarios puede ser mensajes perennes que sobrevivan a luz del día, las sombras se esfuman pero su aura queda flotando y el silencio desgarrado por un grito o apenas herido por suspiros puede volverse éxtasis voluptuoso de amor apasionado.

Todo es distinto de noche y en transcurrir de las horas el velo misterioso será desplazado por un nuevo amanecer.

Carlos A. Solero

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