Cuentos glaciales

Los marcianos
Hacía mucho tiempo que se hablaba de ello... Hasta que al fin, una mañana, los marcianos llegaron a la Tierra, a los suburbios de una gran ciudad donde fueron acogidos con simpleza.
- ¿Ustedes vienen de muy lejos? -preguntaron los terrícolas, que todavía ignoraban quiénes eran.
- Venimos de la Tierra, somos terrícolas.
- ¡De la Tierra! Pero, ¿dónde creen que están?
- Creemos que llegamos a Marte -respondieron con igual simpleza.

El pollo
La familia, muy religiosa, estaba comiendo el pollo de los domingos cuando, por glotonería, la más pequeña de las hijas se atragantó con un hueso y, en pocos instantes, murió.
-Dios nos la ha dado -dijo el padre, sin soltar su tenedor-, Dios nos la quita. Alabado sea el Señor.
Entonces Dios, que no es ingrato, se apiadó, produjo un pequeño milagro y en un abrir y cerrar de ojos hizo resucitar al pollo.

La mosca
El choque fue excepcionalmente brutal. Los dos automóviles iban a más de cien por hora y se estrellaron de frente. Resultado: nueve muertos en total.
Tardaron más de una hora en sacar el primer cadáver de los restos de hierro. El único sobreviviente aprovechó para salir de allí e irse volando.
Era una mosca.
-Mierda -pensó-, nunca más me subo a un coche.

Los insectos
Cuando los enormes insectos venidos de un mundo lejano vieron por primera vez a los habitantes de la Tierra, comentaron estupefactos y aterrados:
- Son unos insectos enormes.

Cuentos glaciales, de Jacques Sternberg

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