¡¡Juan Moreira!!
por José Massaroli
(La Duendes Editora, Comodoro Rivadavia, 2010, 116 páginas)
La novela de Eduardo Gutierrez (1851-1899) fue escrita como folletín y apareció en el diario La Patria Argentina entre el 28 de noviembre de 1879 y el 8 de enero de 1880. Es la historia de un gaucho que se ve obligado a marginarse de la ley por los abusos y humillaciones que le infligen las autoridades. Hasta que finalmente lo mata una partida policial protagoniza portentosas hazañas dando muestras de su coraje ilimitado. La obra obtuvo un rotundo éxito, que motivó que se reescribiera como mimodrama para ser representada en el circo criollo. En 1886 José Podestá realizó su dramaturgia y la llevó al teatro, y se convirtió en uno de los acontecimientos más importantes de nuestra escena. También fue volcada al cine en tres oportunidades, siendo la más destacable el filme de Leonardo Favio de 1973. Está basada en un hecho real sobre un habitante de La Matanza que cae abatido por la policía en 1874. El folletín de Gutierrez está enrolado en la literatura gauchesca y en el romanticismo rioplatense, y su protagonista se erige como uno de los mitos de nuestras letras. Otras novelas importantes de este autor, en las que denunciaba la injusticia social que sufrían los desamparados frente a los representantes del poder, son: Juan Cuello, Hormiga Negra, Santos Vega, El matrero y El rastreador.
José Massaroli (Villa Ramayo, Pcia. de Buenos Aires, 1952) dibujó para las editoriales Columba, Record, Universo (Italia), Thomson (Gran Bretaña), Bastei (Alemania) y la casa Disney (Estados Unidos y Europa), y colaboró en las revistas Caras y Caretas, Rico Tipo, Operación Ja Ja y Sex-Humor. Amante del género gauchesco, adaptó el Juan Moreira, de Eduardo Gutierrez, y lo guionó y dibujó en historietas en el diario La Voz, en el período 1983-1984, que es la versión que publica ahora La Duendes Editora. En ella Massaroli demuestra ser un maestro del claroscuro y utiliza con destreza los contrastes. Traza verdaderos filigranas sobre espacios en blanco, los cuales pueden sugerir tanto el amanecer como el follaje de los árboles, la vasta llanura, un día nublado o ser expresivas siluetas trabajadas con ágiles líneas.
Massoroli es tributario del gran realismo clásico, y utiliza el leit-motiv para enriquecer poéticamente la historieta: así, la luna cubierta por nubes desgarradas o esas viñetas apaisadas con planos generales lejanos que reflejan con melancolía al Moreira montado en su overo bayo y dirigiéndose hacia ninguna parte. Tampoco escatima onomatopeyas de todos los tamaños, una planificación cinematográfica, picadas y contrapicadas, globos en off, o el primerísimo primer plano del solitario protagonista.
Massoroli impregna su adaptación de ese aire de fatalidad de la novela y hace decir a Moreira: “Ya la vida me pesa y el día que me maten será el único día alegre que habré tenido”. De paso remarca la corrupción política —que incluía el fraude y el matonismo— de los tiempos de Adolfo Alsina, Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda. Y expone el horizonte siempre inalcanzable de la inmensidad pampeana para señalar el triste destino de este héroe condenado desde el más allá (“…Pero está de Dios que no hay felicidad pal gaucho”, afirma).
Se sabe que José Massaroli es un gran admirador de Hugo Pratt, hecho que se percibe en su trazo y en la importancia expresiva que otorga a las manos de los personajes. Además, sus escenas de duelos a cuchillo y de combates con partidas son antológicas por su vigor, contundencia y vertiginoso movimiento.
Este libro incluye una lúcida y esclarecedora presentación de Alejandro Aguado, complementada por el sagaz análisis que realiza en el prólogo Ariel Avilez.
En síntesis, ¡¡Juan Moreira!! sobresale por su brillante dinamismo narrativo y su belleza gráfica.
Germán Cáceres
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