Leonardo Wadel (Fundador de la profesión de guionista)
Comenzó con Kharú, el hombre misterioso (1936), con dibujos de Carlos Clemen, para la revista Mustafá. Luego vinieron, entre muchas otras historietas, Vito Nervio (1945), A la conquista de Jastinapur (1946), Conjuración en Venecia (1946) y Duval y Gordon (1951).
De sus traducciones se destacan Flash Gordon, Rip Kirby, El Joven Capitán Marvel, Cisco Kid, y unos cien episodios de la serie Sexton Blake. Dirigió la revista de folletines Rojinegro y las de historietas Fabián Leyes, El Huinca —éstas dos con temas gauchescos y dibujos de Enrique Rapela— y Top (un mensuario). Adaptó numerosas obras de la literatura universal, por ejemplo El libro de la selva, de Rudyard Kipling, con gráfica de José Luis Salinas. Fue director del suplemento de historietas del diario Pregón, se encargó de todos los guiones de la revista Fenómeno y fue secretario de redacción de Patoruzito.
Uno de los más altos picos obtenidos por Wadel fue A la conquista de Jastinapur, con arte de Emilio Cortinas. Salió desde 1946 a 1949. Según el guionista, “Jastinapur deriva del sánscrito y es el nombre de una ciudad. Me inspiré en las famosas epopeyas hindúes el Mahabharata y el Ramayana. Ésta relata ´Las hazañas de Rama´, que lucha contra una especie de demonio para liberar a su esposa. (…) Mahabharata —que significa ´Relato de la gran guerra de los Bharata´— es extensísima: si uno deseara leerla tardaría una vida, pues tiene unos cien mil dísticos. Narra las guerras que libran por el trono de Hastinapura dos familias descendientes de Bharata: los pandeidas y los kauravas. De estas dos obras extraje las fabulosas acciones que ocurren en la historieta”, y de cuyos héroes “Asoka era el más joven y ágil y Kairaba el más fornido. En los relatos de aventuras esta combinación ha repercutido favorablemente entre los lectores”.
Es sobresaliente la gráfica tipo ilustración del uruguayo Emilio Cortinas, que recibió la indudable influencia del Harold Foster de Príncipe Valiente (1937), pero ostenta un sello personalísimo, especialmente al registrar los movimientos de los personajes. De trazo firme y vigoroso, su línea es ágil y de prodigiosa soltura. Hay cuadritos de rotunda belleza plástica y de audaz y meticulosa composición.
Vito Nervio se inició con la dupla Domingo Repetto (conocido como Mirco Repetto), en la escritura, y arte de Emilio Cortinas, en el Nº 1 de Patoruzito, de la que el primero era director. Después, Repetto —que nació en Italia y se radicó en la Argentina—, tapado de trabajo, cede su lugar a Leonardo Wadel, mientras que a Cortinas, que regresa definitivamente a su país, lo reemplaza un joven Alberto Breccia, también uruguayo. Ambos se hacen cargo de la historieta en 1946 hasta su desaparición en 1960. A principios de la década del setenta el tándem intentó renovarla para la revista Chaupinela, con un Vito Nervio abuelo y director de una escuela de detectives, pero el experimento no tuvo éxito. En 1981 Vito Nervio fue llevado al cine en la película Beto (sic) Nervio contra el poder de las tinieblas, de Miguel Bejo, pero el nombre de Wadel no apareció en los créditos. Vito Nervio, el “detective gaucho”, vivió aventuras en todo el mundo, como también lo hicieron en la revista Pimpinela los periodistas criollos de la historieta Duval y Gordon, con guión de Wadel y arte de Enrique Vieytes.
Con el dúo Repetto-Cortinas, Vito Nervio fue una historieta seria, pero su dibujo tenía ciertos sesgos humorísticos, una fórmula algo similar a la de César, el capitán sin miedo (1933), de Roy Crane. El guión era muy original y sus diálogos eficaces y precisos, aunque, como en todas las producciones de la época, a veces caía en la ingenuidad. Una planificación muy profesional le otorgaba un sólido ritmo. Más que un metódico detective, el héroe era un valiente dispuesto a dar pelea en todo momento. Hay ingenio en las tretas que urde Vito Nervio para combatir a los delincuentes (entre ellos un jefe de pandilla llamado Satán) y recursos para crear el misterio: una isla tiene ocultas compuertas que conducen a la guarida de la banda. A la vez, sótanos secretos desembocan en túneles con salida al mar y una lancha anclada en la orilla.
Con el nuevo equipo (Wadel-Breccia) Vito Nervio inicia un giro importante. Los textos —incluidos los globos— son más extensos y su estilo es altisonante y alambicado. Sin embargo, el detective acostumbra a decir chistes mientras afronta situaciones peligrosas. La narración de Wadel exhibe la influencia del folletín (era admirador de Alejandro Dumas, Víctor Hugo y Miguel Zevaco) y de los seriales cinematográficos. En el anuncio de un próximo episodio se puede palpar su estilo: “El caso de la Dalia Estrellada”/ “¡Una princesa!”/ “¡Un arqueólogo!”/ “Un floricultor fanático”/ “¡Y el monstruo que acecha! ¡Todo en una inolvidable aventura!”. Vito Nervio —que se autocalifica de “criollo”— se ha transformado en un aventurero a lo Indiana Jones y recorre sitios exóticos de distintas partes del mundo.
Breccia impone en su grafismo un sombreado que será su marca estilística y le permite lucirse en las escenas nocturnas. En él hay algo de Milton Caniff (el registro de mujeres hermosas) y de Burne Hogarth (la representación de la selva). Sus originales enfoques son magistrales.
Con el correr de los años, la prosa de Wadel adquiere concisión y los episodios logran mayor solidez y están mejor resueltos. Pero el gran hallazgo es el personaje de la malvada Madame Zabat —“una mujer de enigmática belleza y ojos alucinantes”—, miembro de la terrible banda el “Triángulo Verde”. Sucede que Vito y Zabat son enemigos, pero terminan enamorándose, y se crea una vuelta de tuerca que no tiene fin ni solución: un amor imposible que hizo furor entre los lectores. Pasa algo similar con Lois Lane, que ama a Superman, y éste a su vez está cautivado por ella pero a través de Clark Kent.
Leonardo Wadel demostró con Vito Nervio poseer una imaginación inagotable e ingenio para librar al detective de situaciones riesgosas. Asimismo, talento y oficio para sostener el misterio y dar constantes giros a la trama de sus guiones. Su obra representa un hito en la historia del noveno arte argentino.
Germán Cáceres
Bibliografía
- Albertoni, Carlos W., Santas historietas, Catálogos, Buenos Aires, 2004.
- Cáceres, Germán, El dibujo de aventuras, Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996.
- Cuadernos digitales de La bañadera del cómic 2008: “Emilio Cortinas”, en http://www.labanacomic.com.ar/.
- Gociol, Judith y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.
- Goyeneche, Maytland, “Sepa qué es la historieta-13_La historieta argentina se hace mayorcita”, en http://www.elmangodelhacha.com.ar/.
- Kloster, Alberto D., “Leonardo Andrés Wadel, el precursor, el maestro”, en http://www.tebeoesfera.com/.
- Saccomanno, Guillermo, “Los cómics argentinos buscan su identidad”, en Historia de los cómics, dirigida por Javier Coma, Toutain Editor, Barcelona, 1982-1983.
- Trillo, Carlos y Accorsi, Diego, “Prólogo” en Vito Nervio/Misterix, Biblioteca Clarín de la Historieta, Buenos Aires, 2004.
- Trillo, Carlos y Saccomanno, Guillermo, Historia de la historieta argentina, Ediciones Record, Buenos Aires, 1980.
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