Hace poco más de tres décadas, en 1977, llegaba a la Argentina el querido VHS, una historia que en todo el mundo está llegando a su fin.
El videocassette posibilitó un cambio radical en la forma de ver cine, televisión, con la posibilidad de grabar y programar, almacenar y que cualquiera pueda tener la cajita con su película en casa, algo que hoy parece tan común. Pero también revolucionó la forma de hacer televisión, y luego devino en sistema amateur para documentar las vacaciones, las fiestas y celebraciones y hasta para los entusiastas cortometrajistas.
El Vertical Helical Scan (frecuente e incorrectamente llamado Video Home System), que permite la grabación de audio y vídeo analógico, fue desarrollado como formato de video para uso doméstico en la década del '70 por JVC, y lanzado al mercado mundial en 1976 por la propia JVC, junto con un grupo amplio de licenciatarias. Vino a competir con el sistema V2000 de Philips y el Betamax de Sony. Tiene su parecido con el casete de audio, un poco más grande, pero ligero, y sobre todo fácil de manejar.
"En lugar de los armatostes usados para exteriores, los camarógrafos y periodistas se trasladan donde quiera que sea con grabadores portátiles de cinta magnética de televisión. Son cajitas, como las de los grabadores de sonidos, del tamaño de un libro, livianas, que acumulan horas de rodaje con sonido directo y captan, indiscretas, todo lo que sucede en el lugar de los hechos", describe Silvia Itkinel en su libro "Estamos en el aire", y continúa: "Es el medio más veloz y más inmediato que el televidente pudo conocer hasta entonces para sentir, como nunca antes, que está allí presente donde los hechos acontecen".
El VHS se hizo popular y fue el medio de grabación y reproducción de video estándar durante más de un cuarto de siglo gracias a una mejor estrategia de comercialización. En Wikipedia leemos que "tuvo un sistema de licencias de fabricación más flexible que el de Sony y supieron conocer mejor las necesidades de los usuarios, ofreciendo desde el principio un mayor tiempo de grabación, de dos horas, frente a sólo una hora de los primeros aparatos Beta. Además hicieron alianzas con las distribuidoras cinematográficas."
Marcelo Stiletano, en el diario La Nación, señala: "El cambio en las costumbres televisivas fue notable de ambos lados de la pantalla (...) Del lado de los emisores, la aparición de la máquina de mirar cambió para siempre enfoques y miradas: a partir de allí se hizo más poderosa la necesidad de estar donde las cosas pasan lo más rápido posible. Así creció como nunca la posibilidad de viajar, trasladarse y contar hechos trascendentes o, simplemente, descubrir lugares y acontecimientos con un aprovechamiento visual inédito. La tecnología lo permitía."
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