Tras la vuelta de Peligrosos Gorriones en 2009, con un disco grabado en vivo el año pasado y a punto de entrar a lo que será el primer trabajo en estudio Después de 17 años, Francisco Bochatón, cantante, bajista y lÃder de la banda platense charla con Sudestada sobre este ansiado regreso, los años noventa, su carrera solista, la tragedia de Cromañón, su relación con Gustavo Cerati y su vÃnculo con la poesÃa y la literatura polÃtica.
- ¿Por qué otra vez al ruedo con los Gorriones?
–A lo largo de todos estos años que no nos vimos, empecé a sentir de manera progresiva ganas de ver a los chicos. Se daban esas coincidencias de encontrarnos en la calle y saludarnos, preguntarnos cómo estábamos, y a la vez alguien que pasaba y nos veÃa, gritaba: "¡A ver cuándo tocan los Gorriones!"… nos pasó varias veces. Empezó a surgir la necesidad de volver a estar juntos, pero a mà particularmente me empezó a pasar en los últimos años, a fines de 2007. Hasta que un dÃa nos juntamos a comer unas pizzas y terminamos tocando. Ahà me di cuenta de que el grupo tenÃa algo que no habÃa perdido nunca. Y que no se puede comparar con nada: ni con otro grupo, ni con una persona, ni con un lÃder, y es que tiene una autonomÃa total de sonido. A partir de ahà pensamos en juntarnos en serio a tocar. Hicimos aquella presentación en La Plata donde cada uno tocó con sus proyectos individuales y cerramos nosotros… ¡sin ensayo alguno! Después de más de una década, como si fuera una zapada, y salió perfecto. Eso nos dio la pauta de que podÃamos tocar de nuevo.
–¿Qué recordás de aquellas grabaciones en estudio para el primer disco?
–En aquella época, lo primero fue el reconocimiento de la compañÃa y el aceptarnos. A principios de los noventa era muy difÃcil grabar un disco, no es como ahora que se graba en la casa, o hay muchas distribuidoras chicas. Ahà habÃa que entrar en DG Discos; es decir, en las grandes. La primera propuesta fue de ellos. Personalmente disfruté mucho la preproducción de aquel trabajo, fue un mes entero en una sala de ensayo que nos habÃan pagado, y no lo podÃamos creer. Estábamos con Zeta Bosio preparando el material, y después otro mes y medio en el estudio Panda. Recuerdo estar sacándole sonido al bajo durante muchas horas, y yo venÃa de una situación mucho más under. O a Guillermo Coda inventando ese sonido noventoso de las guitarras y las voces. HabÃa explotado algo nuevo. No se grababa asÃ, tenÃamos en la cabeza el chiste de que querÃamos hacer algo raro. Ese trabajo fue uno de los primeros discos que tuvo una edición donde el audio entró en formato digital: se cortaba una parte y se pegaba otra. El tema "El bicho reactor" era mucho más largo, en el medio tenÃa como ocho o diez vueltas, y estábamos con el ingeniero de sonido viendo cómo quedaba... Además era todo analógico, habÃa que grabar con cinta, y tenÃamos que ver a quién estábamos borrando. Hasta creo que en un momento borramos "Matador" de los Fabulosos Cadillacs, no lo podÃamos creer… Después alguien nos habrá borrado a nosotros, porque se usaban varias veces las mismas cintas.
–Hablás con cierta melancolÃa de esa época…
–La extraño porque los tiempos eran más lentos. DormÃamos a tres cuadras del estudio y grabábamos de 12 de la noche a 8 de la mañana, al revés de todos. Estaba muy bueno, y vos le comentabas a alguien: "¡Ey, grabé un disco!". Tuvimos que ir a comprar las cintas porque se acababan... Era el momento en que empezábamos a crecer como banda, que aparecÃan algunos shows. Cuando el disco salió, vendió 26 mil copias legales. Y el video de "Escafandra" estaba en el puesto 14 de MTV. Lo recuerdo con mucha alegrÃa, pero también empezaron a pasar cosas raras, como sentirte muy responsable y comprometido con la cosa. Y ahà ya estábamos muy expuestos. La ciudad de La Plata era muy chica, era difÃcil salir a un bar cuando tu tema estaba sonando todo el dÃa en la radio...
Fragmento de la nota publicada en la edición gráfica de Revista Sudestada.
- ¿Por qué otra vez al ruedo con los Gorriones?
–A lo largo de todos estos años que no nos vimos, empecé a sentir de manera progresiva ganas de ver a los chicos. Se daban esas coincidencias de encontrarnos en la calle y saludarnos, preguntarnos cómo estábamos, y a la vez alguien que pasaba y nos veÃa, gritaba: "¡A ver cuándo tocan los Gorriones!"… nos pasó varias veces. Empezó a surgir la necesidad de volver a estar juntos, pero a mà particularmente me empezó a pasar en los últimos años, a fines de 2007. Hasta que un dÃa nos juntamos a comer unas pizzas y terminamos tocando. Ahà me di cuenta de que el grupo tenÃa algo que no habÃa perdido nunca. Y que no se puede comparar con nada: ni con otro grupo, ni con una persona, ni con un lÃder, y es que tiene una autonomÃa total de sonido. A partir de ahà pensamos en juntarnos en serio a tocar. Hicimos aquella presentación en La Plata donde cada uno tocó con sus proyectos individuales y cerramos nosotros… ¡sin ensayo alguno! Después de más de una década, como si fuera una zapada, y salió perfecto. Eso nos dio la pauta de que podÃamos tocar de nuevo.
–¿Qué recordás de aquellas grabaciones en estudio para el primer disco?
–En aquella época, lo primero fue el reconocimiento de la compañÃa y el aceptarnos. A principios de los noventa era muy difÃcil grabar un disco, no es como ahora que se graba en la casa, o hay muchas distribuidoras chicas. Ahà habÃa que entrar en DG Discos; es decir, en las grandes. La primera propuesta fue de ellos. Personalmente disfruté mucho la preproducción de aquel trabajo, fue un mes entero en una sala de ensayo que nos habÃan pagado, y no lo podÃamos creer. Estábamos con Zeta Bosio preparando el material, y después otro mes y medio en el estudio Panda. Recuerdo estar sacándole sonido al bajo durante muchas horas, y yo venÃa de una situación mucho más under. O a Guillermo Coda inventando ese sonido noventoso de las guitarras y las voces. HabÃa explotado algo nuevo. No se grababa asÃ, tenÃamos en la cabeza el chiste de que querÃamos hacer algo raro. Ese trabajo fue uno de los primeros discos que tuvo una edición donde el audio entró en formato digital: se cortaba una parte y se pegaba otra. El tema "El bicho reactor" era mucho más largo, en el medio tenÃa como ocho o diez vueltas, y estábamos con el ingeniero de sonido viendo cómo quedaba... Además era todo analógico, habÃa que grabar con cinta, y tenÃamos que ver a quién estábamos borrando. Hasta creo que en un momento borramos "Matador" de los Fabulosos Cadillacs, no lo podÃamos creer… Después alguien nos habrá borrado a nosotros, porque se usaban varias veces las mismas cintas.
–Hablás con cierta melancolÃa de esa época…
–La extraño porque los tiempos eran más lentos. DormÃamos a tres cuadras del estudio y grabábamos de 12 de la noche a 8 de la mañana, al revés de todos. Estaba muy bueno, y vos le comentabas a alguien: "¡Ey, grabé un disco!". Tuvimos que ir a comprar las cintas porque se acababan... Era el momento en que empezábamos a crecer como banda, que aparecÃan algunos shows. Cuando el disco salió, vendió 26 mil copias legales. Y el video de "Escafandra" estaba en el puesto 14 de MTV. Lo recuerdo con mucha alegrÃa, pero también empezaron a pasar cosas raras, como sentirte muy responsable y comprometido con la cosa. Y ahà ya estábamos muy expuestos. La ciudad de La Plata era muy chica, era difÃcil salir a un bar cuando tu tema estaba sonando todo el dÃa en la radio...
Fragmento de la nota publicada en la edición gráfica de Revista Sudestada.