Hasta el 17 de febrero puede verse en el Museo Nacional de Bellas Artes la Afrodita de Capua, una escultura realizada durante el imperio de Adriano (117 al 138 d. C.), proveniente del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Afrodita de Capua, diosa del amor y la belleza
Posada sobre su pierna derecha, con el pie izquierdo apoyado sobre un casco, la diosa griega Afrodita (Venus, según la mitologÃa romana) está representada semidesnuda. Un himation o manto de rico drapeado recubre la parte inferior del cuerpo, sostenido por la rodilla de la pierna izquierda ligeramente doblada, y resalta la leve torsión del busto. El cabello está dividido en la frente y recogido en la nuca, que adorna una diadema cuyo borde posiblemente estuviese decorado con un hilo de perlas. En el rostro, de forma ovalada, se distinguen los ojos almendrados y unos labios bien dibujados. La parte superior del cuerpo y la cabeza de Afrodita giran apenas hacia la izquierda, mientras los brazos se elevan para sostener, casi con seguridad, el escudo del dios guerrero Ares, donde la mujer se contempla como si se tratase de un espejo. En esta figura, la composición armónica del contrapposto se adapta a un cuerpo femenino.
El mito representado fue motivo de diversas interpretaciones a lo largo de los años. La figura ha sido relacionada con el mito romano de la victoria de Venus sobre Marte, una alegorÃa del triunfo del amor sobre la guerra. Esta iconografÃa se refleja en testimonios del mismo perÃodo, tanto literarios (Argonáuticas, de Apolonio de Rodas) como pictóricos. De hecho, son numerosas las representaciones iconográficas presentes en las pinturas pompeyanas. Esta lectura puede vincularse, además, con la adoración de Venus Vincitrix en Capua, luego de que Julio César la convirtiese en colonia de veteranos, en el año 59 a. C., y la eligiera como deidad protectora de la ciudad.
Esta versión de Afrodita fue hallada en 1750 en el Anfiteatro Campano de Capua –el segundo en importancia después del Coliseo–, donde formaba parte de la decoración arquitectónica. En 1820, fue restaurada en los brazos, en parte del drapeado y en la nariz. Realizada en mármol, la pieza corresponde al perÃodo adrianeo y deriva de un original griego en bronce de finales del siglo IV a. C.
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Afrodita de Capua. PerÃodo adrianeo (117-138 d. C.), mármol, 2,20 m
Museo Archeologico Napoli
Afrodita de Capua, diosa del amor y la belleza
Posada sobre su pierna derecha, con el pie izquierdo apoyado sobre un casco, la diosa griega Afrodita (Venus, según la mitologÃa romana) está representada semidesnuda. Un himation o manto de rico drapeado recubre la parte inferior del cuerpo, sostenido por la rodilla de la pierna izquierda ligeramente doblada, y resalta la leve torsión del busto. El cabello está dividido en la frente y recogido en la nuca, que adorna una diadema cuyo borde posiblemente estuviese decorado con un hilo de perlas. En el rostro, de forma ovalada, se distinguen los ojos almendrados y unos labios bien dibujados. La parte superior del cuerpo y la cabeza de Afrodita giran apenas hacia la izquierda, mientras los brazos se elevan para sostener, casi con seguridad, el escudo del dios guerrero Ares, donde la mujer se contempla como si se tratase de un espejo. En esta figura, la composición armónica del contrapposto se adapta a un cuerpo femenino.
El mito representado fue motivo de diversas interpretaciones a lo largo de los años. La figura ha sido relacionada con el mito romano de la victoria de Venus sobre Marte, una alegorÃa del triunfo del amor sobre la guerra. Esta iconografÃa se refleja en testimonios del mismo perÃodo, tanto literarios (Argonáuticas, de Apolonio de Rodas) como pictóricos. De hecho, son numerosas las representaciones iconográficas presentes en las pinturas pompeyanas. Esta lectura puede vincularse, además, con la adoración de Venus Vincitrix en Capua, luego de que Julio César la convirtiese en colonia de veteranos, en el año 59 a. C., y la eligiera como deidad protectora de la ciudad.
Esta versión de Afrodita fue hallada en 1750 en el Anfiteatro Campano de Capua –el segundo en importancia después del Coliseo–, donde formaba parte de la decoración arquitectónica. En 1820, fue restaurada en los brazos, en parte del drapeado y en la nariz. Realizada en mármol, la pieza corresponde al perÃodo adrianeo y deriva de un original griego en bronce de finales del siglo IV a. C.
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Afrodita de Capua. PerÃodo adrianeo (117-138 d. C.), mármol, 2,20 m
Museo Archeologico Napoli
Se exhibe por primera vez en la Argentina una exposición de Joseph Mallord William Turner (1775-1851). Se trata de 85 acuarelas que abarcan más de medio siglo en la vida creativa del maestro inglés, provenientes de la Tate Collection de Londres y curada por David Blayney Brown.
Es imprescindible acercarse al Museo Nacional de Bellas Artes (la exposición puede visitarse hasta el 17 de febrero) para apreciar a este pintor de la luz, que con la sutileza de la acuarela logra composiciones fantásticas.
"Testigo privilegiado de la Revolución Industrial inglesa, se propuso como secreto contradictor. Locomotoras, barcos, puentes, ciudades y multitudes son sus personajes, juguetes del destino al ser tomados por las furias desatadas de los cielos y los mares. Las aguas, la niebla, la luz, en cambio, se transforman en protagonistas activos de sus telas y acuarelas. Con su obra, de un realismo onÃrico y técnica brumosa, Turner dio inicio a una ruptura en la historia de la percepción visual en Occidente, recuperada tiempo después por el movimiento impresionista", señala Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.
Es imprescindible acercarse al Museo Nacional de Bellas Artes (la exposición puede visitarse hasta el 17 de febrero) para apreciar a este pintor de la luz, que con la sutileza de la acuarela logra composiciones fantásticas.
"Testigo privilegiado de la Revolución Industrial inglesa, se propuso como secreto contradictor. Locomotoras, barcos, puentes, ciudades y multitudes son sus personajes, juguetes del destino al ser tomados por las furias desatadas de los cielos y los mares. Las aguas, la niebla, la luz, en cambio, se transforman en protagonistas activos de sus telas y acuarelas. Con su obra, de un realismo onÃrico y técnica brumosa, Turner dio inicio a una ruptura en la historia de la percepción visual en Occidente, recuperada tiempo después por el movimiento impresionista", señala Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.