De las propiedades del sueño (1)

Sergio Ramírez nació en Masatepe, Nicaragua, en 1942. En 1977 encabezó el grupo de los Doce, formado por intelectuales, empresarios, sacerdotes y dirigentes civiles, en respaldo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en lucha contra el régimen de Somoza. Fue electo vicepresidente en 1984. Sus más de treinta libros fueron traducidos a quince idiomas. Fue premio Alfaguara en 1998. Su sitio oficial es http://www.sergioramirez.com/. El relato que reproducimos fue publicado en De tropeles y tropelías (1971).

Sinesios de Cirene, en el siglo XlV, sostenía en su Tratado sobre los sueños que si un determinado número de personas soñaba al mismo tiempo un hecho igual, éste podía ser llevado a la realidad:"entreguémonos todos entonces, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, ciudadanos y magistrados, habitantes de la ciudad y del campo, artesanos y oradores a soñar nuestros deseos. No hay privilegiados ni por la edad, el sexo, la fortuna o la profesión; el reposo se ofrece a todos: es un oráculo que siempre está dispuesto a ser nuestra terrible y silenciosa arma".

La misma teoría fue afirmada por los judíos aristotélicos de los siglos XlI y XlII (o Sinesios la tomó de ellos) y Maimónides, el más grande, logró probado (según Gutman en Die Philosophie des Judentums, Munich, 1933), pues se relata que una noche hizo a toda su secta soñar que terminaba la sequía. Al amanecer, al salir de sus aposentos, se encontraron los campos verdes y un suave rocío humedecía sus barbas.

La oposición política de un país que estaba siendo gobernado por una larga tiranía quiso experimentar siglos después las excelencias de esta creencia y distribuyó entre la población de manera secreta unas esquelas en las que se daban las instrucciones para el sueño conjunto: en una hora de la noche claramente consignada, los ciudadanos soñarían que el tirano era derrocado y que el pueblo tomaba el poder.

Aunque el experimento comenzó a efectuarse hace mucho tiempo, no ha sido posible obtener ningún resultado, pues Maimónides prevenía (páragrafo XlI) que en el caso de que el objeto de los sueños fuera una persona, debería ser sorprendida durmiendo.

Y los tiranos nunca duermen.

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